El acoso escolar no es cosa de niños

 

El acoso escolar no es cosa de niños

Con septiembre llega la vuelta al cole y, lo que para muchos escolares es motivo de esperados reencuentros, para otros supone la vuelta a los insultos, las humillaciones y en muchos casos, a las agresiones.

El acoso es el maltrato físico y/o psicológico reiterado entre niños en edad escolar que involucra un desequilibrio de poder real o percibido.

Lo cierto es que el acoso escolar no es más que el reflejo de los prejuicios sociales del mundo de los adultos, trasladado al patio del colegio.

Uno de los mayores factores de riesgo para sufrir acoso es el hecho de ser percibido como diferente. Esto incluye características físicas y de comportamiento peculiares, orientación sexual, diferencias raciales o culturales, o presentar alguna discapacidad.

Las situaciones de acoso hacia los alumnos y alumnas con discapacidad suelen ser ejercidas por un grupo pequeño de compañeros y compañeras de su mismo curso y las modalidades de violencia más frecuentes son las burlas, el aislamiento y el rechazo.

Señales de alerta

El acoso puede tener consecuencias muy serias para quienes lo sufren, por lo que debemos prestar atención a ciertas señales de alarma, como pueden ser:

  • Cambios de conducta y rutinas: bajada de notas, dificultad para dormir, desórdenes alimenticios, cambio de itinerario para ir al colegio.
  • Síntomas físicos y emocionales: desinterés por salir o relacionarse, irritabilidad, tristeza, ansiedad, llanto aparentemente injustificado, síndrome del domingo por la tarde (dolores de cabeza, de estómago, náuseas…).
  • Otras señales: lesiones, arañazos, descosidos en la ropa, pérdida o deterioro frecuente del material escolar.

Qué hacer si sospechas que tu hijo/a está siendo víctima de acoso

  • Busca un espacio y crea un clima relajado en el que puedas comunicarte a solas con él o ella. Realizar juntos una actividad o dar un paseo pueden ser formas de aproximarte a tu hijo/a.
  • Exponle tu preocupación de que algo le está ocurriendo y permite que se exprese sin interrumpirle ni atosigarle. Hazle sentir que estás ahí para apoyarle, acompañarle y ayudarle.
  • Déjale claro que no es culpable de la situación y que es necesario contar lo que está pasando.
  • No juzgues lo que podría haber hecho: ha actuado de la manera que ha podido.
  • Ayúdale a visibilizar también las cosas positivas de su día a día; la situación que está viviendo puede hacer que solo se centre en los aspectos negativos que tiene la vida.
  • Ofrécele la posibilidad de buscar ayuda de un profesional especializado en este tipo de situaciones.
  • Explícale que es necesario informar al colegio sobre lo que está ocurriendo. Para hacerlo adecuadamente, redacta los hechos detallados y ordenados y entrega o envía una copia al colegio para que quede constancia por escrito.

Que NO hacer

  • Normalizar o minimizar el acoso: “Cosas así nos han pasado a todos”, “Es cosa de críos”
  • Culpabilizar y justificar la agresión: “No me extraña que te digan eso si…”, “Pareces tonto, no sabes defenderte”
  • Buscar venganza animándole a que responda con agresividad o adoptar medidas por nuestra cuenta.

Es esencial que la sociedad en su conjunto entienda que el acoso es violencia y que tiene consecuencias muy negativas desde el punto de vista emocional, social y académico. Por ello es importante que nuestros hijos e hijas desarrollen buenas herramientas de gestión emocional y de resolución de conflictos, enseñarles a poner límites, educarles en el respeto, la empatía, la solidaridad y el rechazo a la violencia.

Comentarios

  1. Unas pautas que deberían conocer profesores, padres y alumnos.

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