Beneficios de la relajación (2ª parte): El Entrenamiento Autógeno

 

Hoy os presento una técnica de relajación que se conoce como entrenamiento autógeno. Se diferencia de la relajación muscular progresiva de Jacobson en que no se realizan ejercicios específicos para relajar los músculos, ni se pretende que sea un proceso activo, sino que el estado de relajación debe aparecer como consecuencia de las sugestiones producidas. La premisa fundamental es que los procesos mentales y la actividad fisiológica conforman una unidad inseparable, de forma que podemos producir cambios en la actividad orgánica mediante entrenamiento mental y viceversa.

El aprendizaje de esta técnica requiere algo más de entrenamiento que la relajación muscular progresiva, por lo que vamos a necesitar más tiempo para conseguir que el proceso pueda realizarse de forma automática y eficaz.

El ejercicio completo se compone de 6 fases que deberás practicar de manera secuencial y por orden, ya que se requiere tener la capacidad de evocar con precisión las sensaciones inducidas en cada fase antes de pasar a la siguiente.

Te cuento a continuación muy brevemente en qué consiste esta técnica, pero si te animas a ponerla en práctica, puedes encontrar el guion para practicarla paso a paso en el siguiente enlace:

Guion Entrenamiento Autógeno

Descripción de la técnica

Se comienza eligiendo una postura cómoda. Cerramos los ojos y concentramos nuestra atención en la actividad del organismo, en sensaciones como pesadez, calor, etc.

Fase 1: pesadez

La primera fase consiste en el entrenamiento de la musculatura voluntaria, la más fácil de controlar. La primera sugestión que deberemos inducir es la sensación de peso en el cuerpo. Comenzaremos con la sugestión de pesadez en brazos y en piernas para extendernos posteriormente a otras partes del cuerpo.

Fase 2: calor

Una vez hemos conseguido la sensación de pesadez, pasamos a la sensación de calor. La disminución de la presión sanguínea produce efectos sedantes.

Fase 3: pulsaciones

Cuando hayas integrado el ejercicio de calor en las extremidades podrás pasar al siguiente. El ejercicio de las pulsaciones es, quizá, el más complicado de todos, ya que requiere de un alto estado de atención hacia tu cuerpo. Concéntrate en tranquilidad, peso y calor el brazo derecho y percibe además las pulsaciones en tu tórax.

Fase 4: la respiración

Cuando ya has aprendido a detectar los latidos del corazón focaliza tu atención en la respiración. Es importante que en este ejercicio de respiración no intentes respirar de una forma diferente a como lo haces normalmente ya que podrías sentir sensaciones desagradables de mareo o un ligero ahogo. Si es el caso, finaliza el ejercicio y vuelve sobre él más tarde. 

Fase 5: el abdomen

La quinta etapa consiste en la regulación de los órganos abdominales. En este ejercicio será importante que te imagines que tu abdomen es una fuente de calor que irradia al resto del cuerpo. Las personas que consiguen dominar este ejercicio relatan una sensación de relajación muy profunda al llegar a él.

Fase 6: la mente

La última fase es el control de la región cefálica. Durante este ejercicio imagínate que una brisa fresca sopla directamente en tu frente. La sensación de frescor te permitirá llegar a un nivel total de relajación.

Cuando hemos logrado la relajación y queremos finalizar el ejercicio se debe hacer una inspiración profunda, un estiramiento de extremidades (como si nos acabáramos de despertar y nos desperezáramos en la cama) y abrir lentamente los ojos. Para evitar mareos o sensaciones desagradables se recomienda incorporarse de forma lenta y pausada.

Consideraciones finales

Los ejercicios deben realizarse pausadamente, nunca deben forzarse.

Es posible que con los dos primeros ejercicios ya sientas los efectos de la relajación. En ese caso, si no te apetece continuar, puedes quedarte en ese punto y disfrutar del estado en el que te encuentras.

 

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