4 Mitos sobre la agresión sexual



4 Mitos sobre la agresión sexual

En torno a la violencia sexual se han creado historias falsas, estereotipadas y prejuiciosas acerca de las víctimas, los violadores o las razones de la agresión.

Los mitos alrededor de la violación dan lugar a opiniones distorsionadas que pueden contribuir a la aparición del sentimiento de culpa y vergüenza de las víctimas a la vez que influyen en la capacidad de evaluar de forma justa los hechos cuando estos casos llegan a los tribunales.

1. La mayoría de las agresiones sexuales son cometidas por un extraño

En realidad, es mucho más probable que las violaciones ocurran en el hogar y el agresor sea una persona conocida, un amigo, un familiar, una pareja o ex pareja.

El “mito del desconocido” transmite el mensaje erróneo de que una agresión sexual cometida por alguien a quien la víctima conoce no es violación.

2. Los violadores son enfermos mentales.

Aunque la imagen típica de violador es la de un psicópata o alguien que padece un trastorno mental, considerar que los agresores sexuales son personas con un trastorno mental sería falso y reduccionista.

Es posible encontrar que algunos trastornos de personalidad como el antisocial pueden facilitar una actuación de este tipo o se pueden hallar casos de violaciones durante estados psicóticos, maníacos o realizados bajo los efectos del alcohol, pero por norma general los agresores sexuales son capaces de juzgar correctamente la situación y saben qué están haciendo.

La gran mayoría de violaciones son llevadas a cabo por sujetos con una personalidad dentro del “normal” y que tienen amigos, familia y trabajo. De hecho, muchos de ellos son personas con pareja, con la cual generalmente mantienen relaciones de forma convencional.

En un gran número de casos los individuos que cometen violaciones consideran que tenían derecho a forzar a la víctima, Así las agresiones sexuales son más frecuentes en personas en las que aún persiste una cierta consideración de superioridad del hombre ante la mujer, o bien consideran que sus necesidades están por encima de los demás. No es infrecuente, por lo tanto, que algunos de los sujetos que cometen violaciones indiquen que la culpa de la situación es de la propia víctima. Frases como “iba provocando”, “en el fondo quería” y variantes son frecuentes en agresores sexuales que fueron detenidos, evitando hacerse cargo de la situación y excusándose.

3. Motivación de carácter sexual

Una de las características más comunes de la mayor parte de violadores es que el objetivo real de su acción no es obtener gratificación sexual. En su mayoría, las personas que cometen una violación buscan y se ven atraídos por la idea de ejercer dominación, de hacer que otras personas hagan algo en contra de su voluntad y obedeciendo al interés del agresor. Dicho de otro modo, en una violación lo que se busca especialmente es el ejercicio del poder.

4. Si no hay agresión o resistencia por parte de la víctima, hay consentimiento.

Existe la creencia de que la lucha física es una respuesta primaria y "normal" ante la violación. Que cuando te atacan, tu instinto de supervivencia activa tu mente y tu cuerpo para que entren en acción. 

La realidad es que la mayoría de víctimas de violación pueden experimentar una parálisis involuntaria que "bloquea" la resistencia activa. El término para esta parálisis es inmovilidad tónica: una variedad de síntomas que incluyen la incapacidad de moverse, incluso de gritar o pedir ayuda, originados por un miedo intenso.

Los tribunales se inclinan a desestimar la noción de violación sí, al parecer, la víctima no se resistió, pero lo cierto es que lo que podría interpretarse como consentimiento pasivo puede muy probablemente ser la representación de una reacción normal y biológicamente coherente ante una amenaza.


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Bibliografía:

De la cruz Fortún, M. A. (2017) Factores predictores del impacto psicopatológico en víctimas de agresión sexual. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad Centro de Publicaciones P.º del Prado, n.º 18 - 28014 MADRID

Marx, B. P., Forsyth, J. P., Gallup, G. G., Fusé, T., & Lexington, J. M. (2008). Tonic immobility as an evolved predator defense: Implications for sexual assault survivors. Clinical Psychology: Science and Practice, 15(1), 74-90.

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