Pautas y estrategias de afrontamiento ante situaciones estresantes



Emociones y reacciones frente a la situación de pandemia

Debido a la emergencia sanitaria generada por la COVID-19, nos hemos visto en la obligación de convivir con la incertidumbre ante una situación que hasta ahora nos era desconocida; el estrés, la ansiedad y el miedo ante la amenaza que pudiera representar; la indefensión ante la dificultad para dar una respuesta eficaz a la misma; el enfado por querer o entender que podíamos hacer las cosas de otra manera más beneficiosa; la tristeza por las pérdidas que hemos ido acumulando etc. 

En este contexto cobra especial importancia priorizar nuestro bienestar emocional. 

Debemos prestar especial atención a los grupos de edad más vulnerables como pueden ser los niños, los adolescentes y el colectivo de mayores. En el caso de niñas/os y adolescentes, es posible que experimenten episodios de ansiedad, tristeza, falta de motivación o ira debido a la situación generada por las restricciones sociales. Debemos tener en cuenta la importancia que a estas edades tiene el relacionarse con su grupo de iguales. La desconexión que sienten, provocada por el aislamiento de sus compañeros y la desaparición de la estructura diaria puede afectar a su bienestar emocional.

Los niños y niñas más pequeñas/os pueden presentar episodios de ansiedad y miedo ante la posible pérdida de seres queridos. En algunos casos, pueden volver a presentar conductas e inseguridades de etapas ya superadas, como miedos nocturnos, querer dormir acompañados, etc.

La adolescencia tiene unas características que hacen de este grupo de edad especialmente vulnerable. A los estados emocionales de tristeza, ansiedad, desmotivación o ira ya mencionados, debemos añadir una menor percepción de riesgo y mayor impulsividad, lo que puede derivar en conductas que pongan en peligro su salud.

El colectivo de mayores es uno de los más castigados por la pandemia debido a la fragilidad propia del envejecimiento. La salud psicológica y emocional de muchas personas mayores se está viendo seriamente afectada, ya que el aislamiento puede tener importantes consecuencias tanto a nivel cognitivo como anímico.


Pautas generales para facilitar el afrontamiento

Entender y aceptar que la situación actual no es la misma situación que teníamos antes del confinamiento. Es normal establecer comparaciones con la forma de vida anterior, pero las circunstancias han cambiado.

Centrarnos en el aquí y ahora, tratando de ejercer control únicamente sobre aquello que realmente podemos controlar (pensamientos, medidas de protección…).

Establecer un control de aquellos estímulos que generan malestar: seguimiento continuado de noticias sobre coronavirus, no apagar el móvil dificultando la desconexión emocional...

Ser flexibles para adoptar nuevas formas de ver las cosas, actuar y relacionarnos e implantar nuevos hábitos adaptados a la nueva situación, focalizándonos en los aspectos positivos que esta nos pueda ofrecer.

Priorizar el bienestar emocional. Cobra importancia reconocer las emociones, compartirlas y validarlas. Validar supone aceptar las emociones del otro miembro de la familia como auténticas y legítimas, mediante la observación y la empatía.

Establecimiento y mantenimiento de rutinas neuroprotectoras. Conservar el sistema inmunológico y la salud nos permitirá hacer frente a situaciones estresantes. Por otro lado, el establecimiento de rutinas nos permite decidir qué hacer, cómo y cuándo, lo que hará que recuperemos cierta sensación de control sobre nuestras vidas.

Rodearse de personas con las que puedas sentir tranquilidad, seguridad y con confianza para expresar cómo te sientes.

Cuando nos sentimos indefensas/os o sin fuerzas suficientes para luchar, se activa una respuesta de parálisis, un estado marcado por una desconexión del mundo y los sentimientos propios. No tienes ganas de hacer nada, experimentas una enorme pereza y reaccionas con indiferencia a muchas de las cosas que ocurren a tu alrededor. Para luchar contra la “anestesia emocional” necesitamos priorizar aquellas cosas que nos hagan sentir bien. Cada día, debemos darnos pequeñas recompensas que nos reconforten y animen, para sacarnos de ese letargo. La alegría, la curiosidad, la generosidad, el amor o el agradecimiento irán recargando nuestro “depósito emocional” para que podamos recuperar el equilibrio perdido.

Una de las características de la situación de pandemia que estamos viviendo son los escenarios cambiantes y la incertidumbre que conllevan, así como la necesidad de adaptarnos a ellos en cortos espacios de tiempo. Para trabajar la intolerancia a la incertidumbre debemos abandonar esa obsesión por predecir, tratando de desarrollar habilidades para sortear la incertidumbre de forma constructiva.

En lo que respecta al ámbito familiar en general, la comunicación asertiva, el respeto a tiempos y espacios o las normas de convivencia pactadas, debe aplicarse, más si cabe, en estos momentos.

Es importante proteger a las y los menores de la sobreexposición a los medios y noticias sobre la pandemia. Esto no significa que los mantengamos al margen, sino que es preferible que les expliquemos la situación con palabras adecuadas a su edad. Tener conversaciones abiertas, proponer espacios de conversación, dando lugar a preguntas, mostrando interés.

Es fundamental no minimizar las preocupaciones que existan y validar los estados emocionales

Para luchar contra la falta de motivación debemos valorar cada esfuerzo realizado y logro alcanzado.

Es más necesario que nunca que las personas de edad avanzada cuenten con compañía y apoyo, siguiendo siempre las medidas de prevención. Compartir información, ideas y cariño, conectarse con amistades y familia aprovechando las ventajas de las nuevas tecnologías, involucrarse en actividades que supongan un pequeño reto o adquirir nuevos conocimientos, les ayudará no solo a hacer más fácil de llevar la situación actual, sino también a mantener la mente activa previniendo, por tanto, el deterioro cognitivo.

Debemos estar atentas/os ante cualquier señal de alerta. Para regular las experiencias y emociones negativas que puedan surgir, es recomendable poner en marcha conductas de autocuidado eficaces (por ejemplo, dieta equilibrada, ejercicio y hábitos de sueño).


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Bibliografía:

“Guía para un afrontamiento psicológico eficaz del proceso de desconfinamiento”. Colegio Oficial de Psicología de Madrid

Cómo vivir con la ansiedad y la preocupación en medio de una incertidumbre global. https://www.psychologytools.com/articles/free-guide-to-living-with-worry-and-anxiety-amidst-global-uncertainty/

Merelas, T. “Comezar desde cero: voces de mulleres recuperando as súas vidas”. Editorial Edicións embora. 2017

 


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