Enfrentarse al diagnóstico de una enfermedad crónica y/o grave
Enfrentarse al diagnóstico de una enfermedad crónica y/o grave
La aparición y el diagnóstico de una
enfermedad crónica y/o grave puede considerarse como una crisis dentro del
sistema familiar, ya que las repercusiones físicas, psíquicas y
sociales de la enfermedad van a afectar a toda la dinámica familiar.
Tras
el impacto inicial que supone recibir una noticia de este calibre, nos
enfrentamos a la necesidad de llevar a cabo ajustes y reorganizar nuestras
vidas. Es común que aparezcan respuestas de tipo emocional como la negación,
ira, tristeza o depresión, con el riesgo de que ese abatimiento nos
conduzca al aislamiento social, sumiéndonos en un sentimiento de soledad y
abandono.
¿Cómo enfrentarnos a esta situación?
Acepta la enfermedad.
Este primer paso es esencial ya que nos
permitirá abrir una puerta a la oportunidad de adquirir habilidades de
autoayuda.
Empodérate.
Está demostrado que el protagonismo y la
participación activa del paciente en la gestión de su enfermedad es uno de
los factores más importantes a la hora de favorecer conductas de autocuidado. El
empoderamiento del paciente es un proceso mediante el cual el usuario busca
ser más activo y responsable en la gestión de su salud mediante el aumento de
conocimientos, habilidades y capacidad en la toma de decisiones, entre otros
aspectos.
Únete a un Grupo de Ayuda Mutua.
Pertenecer a un grupo con intereses
comunes donde compartir experiencias e información mejora significativamente la
situación de sufrimiento que genera convivir con una enfermedad al proporcionar
apoyo emocional y mejorar nuestras relaciones sociales.
Diagnóstico de una enfermedad crónica y/o grave en menores
Cuando
el diagnóstico corresponde a un menor de edad, el impacto es tan grande que
puede provocar inicialmente una reacción de negación en los padres.
Es
importante tener en cuenta las consecuencias derivadas de las circunstancias en
las que se desarrolla la vida del menor con una enfermedad crónica: las
repetidas hospitalizaciones, restricción de actividades, límites en su
autonomía, o ser conscientes de su propia enfermedad, pueden provocar
desajustes en el proceso de socialización, con lo que existe el riesgo de que aparezcan
problemas conductuales y emocionales como agresividad, depresión,
ansiedad o baja autoestima.
En
este contexto, cobra importancia reconocer las emociones, compartirlas y
validarlas. Validar supone aceptar las emociones del otro miembro de la
familia como auténticas y legítimas, mediante la observación y la empatía
Dado
que el soporte social tiene un impacto muy positivo en la salud física y
mental, debemos potenciar las actividades de ocio y favorecer los
vínculos sociales y la interacción del menor con grupos de iguales.
Como
padres, debemos evitar actitudes de permisividad o de sobreprotección,
ya que esto puede generar en el menor comportamientos dependientes o conductas
infantiles que, lejos de favorecer su autonomía y autoestima, la dificultan más.
Valorar los logros del menor ayuda a poner el foco de atención en lo que
puede hacer y no en sus limitaciones, mejorando su autoimagen y autoestima.
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Totalmente de acuerdo.
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